martes, 27 de marzo de 2012

A más horas de clase, menos rendimiento

Hoy en la clase de Educación musical y su didáctica hemos leído la siguiente noticia muy interesante para poder reflexionar como futuros docentes.


NOTICIA DEL PERIÓDICO

A MÁS HORAS DE CLASE, MENOS RENDIMIENTO


España supera con mucho la jornada lectiva de varios países que obtienen mejor «nota» en el informe PISA l Un niño asturiano de Primaria tiene 225 horas más al año que uno de Finlandia.
Estar mucho tiempo en clase no garantiza mejores notas. En ocasiones, sucede justo al contrario. El número de horas lectivas de un niño español en torno a los 8 años -en mitad de la Primaria- es de 833 por curso, y las de uno de 15 años, al final de la Secundaria Obligatoria, llegan a 979. En Primaria un escolar asturiano recibe unas doscientas horas más de clase que uno de Finlandia o de Alemania, pero los resultados académicos de las pruebas PISA de las que se tienen «notas» (las celebradas en 2006) son en estos dos países notablemente mejores que en España.

Los datos de horas lectivas obligatorias en los países de la OCDE (la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico) están incluidos en el informe de este organismo sobre el Panorama de la Educación 2010. Japón es otro caso a tener en cuenta, porque con muy escasas horas lectivas por curso escolar (709 de media), sus resultados en PISA lo situaron en el sexto puesto del ranking internacional en lo que respecta a competencia en Ciencias. Finlandia es probablemente el caso más sorprendente: es el país europeo con menor número de horas de clase, y es el país del mundo con mejores resultados académicos. Suecia es otro ejemplo a seguir, porque con casi cien horas menos que España se ha situado en el décimo puesto mundial en competencia lectora.

Aquí nos duele. Los cinco países de la OCDE -entre los grandes del club- con menor número de horas lectivas por curso tienen mejores resultados en comprensión lectora que España (Finlandia nos saca casi 90 puntos sobre un baremo medio de 500).

En Matemáticas sucede algo parecido. Los cuatro países con menos horas de clase (Finlandia, Alemania, Noruega y Japón) se sitúan por encima de España, que en el ranking matemático PISA 2006 ocupa un lamentable puesto 35, junto a Italia y Grecia, otros que tal bailan. Hay países donde la chavalería «vive» en los centros docentes, como es el caso de Italia: casi 900 horas lectivas por curso y en la cola de los países europeos representativos.

Un niño de Primaria cursa en España, como media, 68 horas más de clase que la media de la Unión Europea (19 países, antes de la última ampliación) y 74 horas más que los de la OCDE. En Secundaria las cifras son incluso más evidentes, con diferencias que van desde las 77 a las 93 horas.

En España hay un calendario vacacional muy amplio: Navidades, Semana Santa, a veces hasta Semana Blanca, más las vacaciones estivales, que comienzan en junio y no acaban hasta principios o mediados de septiembre, cuando casi toda Europa lleva ya unas semanas de clase. Si con más vacaciones hay más horas lectivas, es preciso interpretarlo como la consecuencia de unas jornadas «laborales» excesivas para los niños.

Dentro del club de los 42 estados de la OCDE, entre los fijos (ahí está España) y los adheridos, hay excepciones a la regla, y muy a su pesar. México y Brasil tienen pocas horas de clase, 800 como media por curso en Primaria, pero sus resultados son catastróficos (y aun así, en casi todas las estadísticas de PISA son los países iberoamericanos que salen mejor parados, por encima de Argentina). Grecia también se sale de la norma porque con pocas horas lectivas (181 menos que en España en la ESO) está por debajo de nuestro país en casi todas las estadísticas.

Se le saca poco partido a las clases. Un niño que entra a las ocho de la mañana, tras el madrugón correspondiente, sale del colegio a las dos de la tarde, en el mejor de los casos, si tiene jornada continua. Seis horas lectivas continuadas rebasan con mucho el umbral de atención.

Cientos de escolares asturianos, por necesidades familiares, entran en sus colegios a las siete de la mañana y en muchos casos no salen hasta las cinco de la tarde, con el tiempo justo para llegar a casa a hacer los deberes.

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