"Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”. Albert Einstein.
Una instancia vital para enfrentar grandes desafíos en educación es la vocación docente, la cual nos libera de temores e influye en gran medida en el constante desarrollo personal, cuyo objetivo es entregar una mejor calidad de enseñanza a quienes son los actores principales de la educación, nuestros alumnos. La vocación, por tanto, se transforma en el pilar fundamental para motivar a quienes somos formadores de personas, guías pedagógicos, orientadores de procesos de crecimiento.
Teniendo vocación, los desafíos educacionales se enfrentan de mejor forma, son beneficiados los alumnos cuando esta vocación se vive intensamente, pero además, el docente se siente satisfecho y autorrealizado.
En este sentido, la autorrealización es esencial para emprender y entregar lo mejor a la juventud en una época en donde hay cambios radicales, tanto en lo social, económico, como valórico y cultural. El docente debe encauzar sus energías hacia un constante trabajo personal por ser mejor y por ende, entregar con amor, aquellos conocimientos y valores humanos en pro de aprendizajes significativos y pertinentes en la formación de sus alumnos; teniendo la convicción que si existe la reciprocidad entre ambos agentes, los frutos serán mañana las bases de una nueva sociedad.
Lo que se siembra en terreno fértil, la juventud, dará los resultados anhelados, jóvenes autónomos, democráticos, exitosos y felices.
“Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino”. Gabriela Mistral.
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